A veces nuestro mundo interno grita desesperado por un beso, un suspiro, un aliento. Sentimos piedras caminando por dentro y golpeando todo lo que pueda.
Percibimos algunas plagas que poco a poco carcomen todo nuestro funcionamiento interno. Es difícil encontrar salidas o al menos consuelo.
La lucha es irresistible, agobiante y desafiante. El único sueño es ver la claridad y sentir placer. No puedo y no quiero, lo siento, mi mundo interno no puede pasar por alto con ignorancia protagónica.
No quiero y no debo ser quien mande. No voy a permitir que mis actividades y trabajos cotidianos lleven mi mundo interno al borde del colapso.
Orden, es la palabra clave. Requiero de una organización estricta de mi vida interior. No quiero más ruido, quiero solidez y seguridad. Voy a buscar la elasticidad para soportar las presiones de la atmósfera y tendré cuidado de mantener una vigilancia 24/7.
Adiós turbulencia, adiós tormenta. Mi puente interno podrá estar flojo, pero no caerá provocando accidentes.
Aunque haya silencio, aunque encuentre desierto, puedo escuchar y meditar sobre las palabras que no se escuchan fácilmente en el paraíso. El ruido opaca el susurro de los secretos, pero estoy por descubrirlos.