Después de tan lindo y extraño momento la señora nos miró con ojos risueños, e inmediatamente nos propuso platicar.
— Siento más libertad en Ammán, nuestra capital. Si queremos conversar bien, entonces tendremos que irnos allá.
Jordania, a diferencia de otros lugares, no exige a las mujeres cubrirse. De hecho en la capital es muy común observarlas sin sus trajes disfrutando libremente con sus amigas en los café.
— No tengo ningún problema, y de seguro mis amigos tampoco. ¿Verdad Divad?, dije haciendo un gesto de compromiso y esperando el SÍ.
— Bueno, entonces nos vemos mañana temprano. Yo los llevo en mi carro. Paciencia porque estaremos sobre carretera aproximadamente tres horas y media.
— ¡Oh! ¿Y cabemos todos?, preguntó Ariel mientras observaba a Divad.
— ¡Sí! Ahí vemos cómo nos acomodamos (sin haber notado bien el tamaño de Divad). Buenas noches y que siga la aventura.
Pasadas las tres horas y media, llegamos a Ammán. Era otro escenario completamente multicultural y hospitalario. Sus vistas combinaban lo moderno y antiguo, con un aire muy de hogar y vibrante ciudad.
La señora Mamkig, que ya había dado una pequeña introducción de su persona, sugirió ir por un café para presentarse formalmente y contarnos la propuesta. Llegamos a un lugar muy acogedor, perfecto para una conversación plena. Se trataba del Wild Jordan Café, muy conocido en la capital.
Todos estábamos completamente sorprendidos. Jamás pensamos que esto iba a suceder. Era como si estuviéramos viviendo una fantasía. Algo de un MOMENTO se estaba convirtiendo en ETERNO.
— El tema es que amo hacer buenas acciones y creo firmemente en la unión de las personas, sin enfatizar las diferencias. Anhelo, al igual que muchos en el mundo, lograr el bienestar integral. Ustedes son como una respuesta de este gran sueño. Por favor, necesito que juntos elaboremos un proyecto para presentarlo a nuestro rey. Sé que lo podremos implementar y ayudar en unidad. Todo está cambiando para bien.
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